“¡Hasta aquí nos ha ayudado Dios!” Es una frase que siempre he escuchado de los hermanos adultos en la iglesia.
Siempre pensé que a alguien se le ocurrió esa frase, y que después se fue repitiendo en el tiempo como una tradición entre los hermanos. Sin embargo, es una frase que aparece en la Biblia (1 Samuel 7:12). Cuando observo mi vida y la de muchos cristianos, me doy cuenta de que sí, Dios nos ha ayudado. Veo vidas cristianas bendecidas espiritualmente, emocionalmente, y materialmente. No he visto justo desamparado (Salmo 37:25), Dios les ha provisto (Mateo 6:26-28). Quizás, estas bendiciones sean también el resultado de que Dios nos entrega herramientas, a través de su palabra, para actuar éticamente en todos nuestros quehaceres como personas. Por ejemplo, en la ética del trabajo, podemos aplicar la enseñanza de que debemos hacer todo de la mejor forma y “como para la gloria de Dios” (Colosenses 3:23). También he visto cristianos que les ha tocado situaciones difíciles, sin embargo, siempre salen adelante, casi proclamando a toda voz que “los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).
A pesar de todos estos beneficios, me pregunto: ¿es correcto buscar desesperadamente la bendición de Dios, pero no una relación personal con Él? Si bien Dios siempre nos ayuda en todos los aspectos de nuestra vida, creo que el fin principal del cristianismo no es buscar el beneficio de esa ayuda divina. El objetivo final es siempre buscar una relación personal con Dios, sencillamente porque lo amamos. Seamos de aquellos que desesperadamente buscamos el gozo de Su presencia, para poder servirle con un corazón sincero.
“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”
Romanos 14:27
Ricardo Abarca