Cuando supimos que estábamos esperando dos bebés, mis pensamientos constantes eran como prepararme lo suficientemente para esta aventura ya que al ser dos bebés el desafío era mayor (embarazo, maternidad, etc.). Desde ese día, nuestra oración con Antonio fue pedirle a Dios que preparara nuestras mentes, nuestro corazón, nos diera la sabiduría, fortaleza, etc. Cada día era y es nuestra oración como padres. Nuestra paz en todo tiempo ha sido saber que Dios ya tiene un plan b, plan c, etc. para toda circunstancia.
En Mateo 10:1-40, nos damos cuenta de que Jesús hizo un largo y gran trabajo de preparación durante 3 años con los 12 apóstoles, esto para que ellos entendiesen que en base a su relación con Él y la obra que harían en Su favor, y que todo lo que Dios hizo, ellos también lo podrían hacer. Al elegirlos Jesús les dio la autoridad de expulsar demonios y curar enfermedades, resucitar muertos, hacer discípulos en todas las naciones, bautizar y enseñar, etc. también les dio instrucciones específicas y detalladas de cómo llevar a cabo este propósito que era el “anunciar que el reino de Dios está cerca”.
Uno de los puntos importantes de la preparación es la Oración y la Palabra de Dios, así como Dios instruyó a sus discípulos para cumplir el llamado, así mismo debemos prepararnos para saber recibir los milagros. Este proceso nos lleva a ser pulidos, a ser reforzados, a ser responsables, a ser positivos, a conocer y explorar nuevas capacidades internas y externas, a decidir con sabiduría, etc. Es el proceso de sacar lo mejor de nosotros mismos.
Con Jesús no nos deben asombrar los milagros, sino más bien debemos asombrarnos de cómo vamos conociendo su identidad de Señor.
*Recuerde: ¡Dios siempre es la solución!
“El Señor dice: Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.”
Salmo 32:8
Francia Urzúa