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¿Podemos ser cristianos y exitosos?

Si. Se puede ser cristiano y exitoso. Ahora, el concepto de “éxito” que tengamos es lo diferente. El problema es que hemos definido el éxito de la forma en que el mundo lo define, y no de la manera en la que Dios por medio de su palabra nos enseña. ¿Quiere decir entonces que mientras más esfuerzo le colocó a algún objetivo más exitoso seré? No está garantizado que sea así.

Vayamos a la biblia… Poco antes de su muerte, el rey David impartió a su hijo Salomón este consejo: «Guarda los preceptos del Señor tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas». La fórmula del éxito de David era seguir a Dios y obedecerlo, lo cual iba a exigir un esfuerzo por parte de Salomón.

Los cristianos debemos buscar ser excelentes en lo que hacemos y aportar en la rama que Dios nos ha llamado a trabajar. Cuando somos creativos, reflejamos la imagen de un Dios creativo; cuando traemos orden, reflejamos la imagen de un Dios de orden. Por esa razón, un creyente puede cumplir el mandato de Dios (Génesis 1:28) al dedicarse a la ingeniería, la educación, los deportes, etcétera. Incluso, Dios da dones o talentos a cada uno de nosotros; habilidades naturales que nos ayudan a desarrollarnos y que nos guían en la búsqueda de una vocación particular con el fin de glorificar a Dios (Génesis 4:2-22; Éxodo 31:1-5; Efesios 4:11-13).

Por otro lado, el mundo nos bombardea con el mensaje de que la realización y satisfacción la vamos a encontrar alcanzando más y más metas profesionales. Es bueno que los creyentes alcancen buenos puestos y lugares de influencia, pero también tenemos que evaluar el costo de llegar ahí. Aunque queramos dar lo mejor de nosotros para la gloria de Dios, debemos reconocer nuestras limitaciones y entender que nuestra identidad o valor como hijo de Dios no está ahí. Por otra parte, hay cosas que no debemos sacrificar por alcanzar metas.

La búsqueda del éxito en el trabajo, en los deportes, o en los pasatiempos siempre tiene que estar en segundo plano en relación a nuestra búsqueda de Dios. Nuestra identidad no está atada al éxito; está atada al evangelio y a la nueva identidad que Cristo compró para ti y para mí por medio de su sangre (Gálatas 2:2).

Francia Urzúa